martes, 20 de septiembre de 2011

Ejercitación y consumo máximo de oxígeno

Esta claro que dormir y correr son dos actividades bien distintas. Semejante afirmación (algo lejos de lo “genial”) sirve muy bien a los propósitos de ilustrar el concepto de consumo máximo de oxígeno. Es evidente que la primera tiene una demanda mucho menor que la segunda. Esto es así porque el correr es una actividad que pone en marcha a toda la musculatura. Y a medida que corremos más rápido, la demanda crece. Pero todo crecimiento tiene su límite. Llegado ese punto, organismo ya no puede reclutar más oxígeno: ha alcanzado su máximo consumo de oxígeno.
Este consumo de oxígeno esta determinado por tres factores íntimamente relacionados, y que son: el oxígeno que podemos captar en la inspiración, el oxígeno que podemos transportar en los glóbulos rojos, y oxígeno que finalmente podemos absorber a través de los alvéolos pulmonares.
A su vez, el consumo de oxígeno está determinado en gran parte por nuestra herencia genética, pero otros valores tales como el sexo, la edad, el peso, la condición física y el entrenamiento pueden modificarlo, aunque no sustancialmente. La gran mayoría de los autores concuerda en señalar que el consumo máximo de oxígeno (VO2 max) no puede mejorarse más del 15% – 20%.
El entrenamiento del consumo máximo cobra vital importancia en las disciplinas deportivas que van de los 3 a 10 minutos, si bien también es entrenable en deportes de mayor duración, ya sea como método de control o de mejoramiento de base de la capacidad de resistencia.
Los resultados sugieren que no existe ninguna relación entre la potencia máxima aeróbica y la disminución del rendimiento medida mediante el índice de fatiga durante la ejecución del test de sprint de Bangsbo, por lo que el VO2 máximo es un pobre indicador de la recuperación tras ejercicio intermitente de máxima intensidad.

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